La Eurozona crece más de un 12% desde 2021 si se excluye a Alemania
En la República Checa se habla del ‘milagro’ del empleo en el sur de Europa
Los indicadores PMI muestran que el sur de Europa y el Este seguirán avanzando
La economía de Europa suele ser la diana favorita de los analistas económicos. Un crecimiento bajo, elevado desempleo estructural (en comparación con EE. UU.), alto endeudamiento, ausencia de innovación, baja productividad… la lista es interminable. Además, la crisis del covid hundió la economía del euro un 6,1%, frente al 2,8% de la caída que sufrió EE. UU. Para colmo, después de caer el doble durante la crisis, la recuperación ha sido más vigorosa en EE. UU. que en la zona euro o, al menos, eso es lo que parece. Sin embargo, existe otra Europa, más allá de Alemania (que suele centrar todos los focos, para bien o para mal), una Europa que pasa desapercibida, pero que está disfrutando de una recuperación económica notable, con un crecimiento del PIB elevado y fuerte creación de empleo.
Así lo destacan los economistas de BCA Research en uno de sus últimos informes, titulado ‘La zona euro lo hace mejor que Alemania’. Estos expertos comparan el crecimiento del PIB entre 2021 y 2023 (ambos inclusive) de la zona euro, excluyendo Alemania, con el de la zona euro al completo y el de la propia Alemania. El resultado es abrumador. La zona euro sin Alemania ha crecido desde 2021 casi tres veces más que Alemania.
La crisis que está sufriendo, la que otrora fuera el gran motor de la economía europea, está lastrando a la eurozona en su conjunto a nivel estadístico y real, puesto que Alemania (casi un tercio del PIB del euro) es la mayor pareja comercial de países como Francia. Aunque es imposible saber qué habría pasado en una hipotética situación en la que Alemania hubiera crecido a un ritmo similar al de la zona euro, es seguro que al resto de economías les habría ido mucho mejor.
«Para poner este debate en contexto, debemos señalar que, desde el primer trimestre de 2021, el PIB de Alemania solo se ha expandido un 5,4%. Si no fuera por este pobre desempeño, el PIB de la eurozona habría crecido un 12,8% en los últimos tres años, en lugar del 10,6% registrado», señalan estos expertos. Es más, realizando el mismo ejercicio con EE. UU., la ‘Europa sin Alemania’ también ha crecido más deprisa desde 2001. El PIB real de EE. UU. ha avanzado desde entonces un 8%. Sin embargo, hay que destacar que la economía americana sufrió una recesión que no llegó ni al 3% en 2020. Esto desvirtúa la comparación, puesto que la ‘Europa sin Alemania’ protagonizó un efecto rebote importante en 2021.
Aunque la economía alemana cayó menos que otras de su entorno durante el covid, aprovechando el músculo hecho durante los años posteriores a la gran crisis financiera, su nulo avance desde el estallido del covid evidencia una suerte de crisis existencial que se abre paso por numerosos frentes.
La caída de Alemania
El modelo basado en las exportaciones de bienes duraderos y una energía barata proveniente de Rusia que nutría al poderoso sector industrial ha empezado a mostrar grietas importantes. Numerosos círculos económicos han vuelto a referirse a Alemania como el ‘hombre enfermo de Europa’, apelativo que ya se utilizó a principios de los 2000, cuando la economía se encontraba en el marasmo y tuvo que ser impulsada por la Agenda 2010 nacida de los planes laborales de la Comisión Hartz y desplegada por el gobierno del SPD encabezado por el canciller Gerhard Schröder.
Más de 20 años después, la perspectiva general no invita al optimismo. Si el notable sector manufacturero del país, que supone más de un 20% del PIB, ya mostraba un cierto declive desde antes de la pandemia, los rápidos cambios a nivel global originados en estos últimos años han acelerado el proceso. El fin del gas ruso tras la guerra en Ucrania, junto al plan de cierre nuclear de los gobiernos de Angela Merkel, ha supuesto un duro golpe a una industria con una relevante actividad intensiva en energía. Aunque los precios se han vuelto a normalizar dos años después de la invasión de Ucrania, el puñetazo recibido por una economía en la que se llegó a hablar de racionar la calefacción en los hogares sigue haciendo daño.
La otra pata de esta dinámica es China. Hasta ahora mayor socio comercial de Alemania, el gigante asiático está provocando una doble hemorragia para Berlín: por un lado, está reduciendo sus importaciones desde el país germano dada su débil recuperación económica tras el covid y por su impulso del autoabastecimiento. Por otro, está siendo un feroz rival para Alemania en uno de los históricamente sectores punteros de la industria teutona: los automóviles. La capacidad que está mostrando Pekín para inundar el mundo con coches eléctricos a un precio más que competitivo está provocando importantes quebraderos de cabeza a los primeros espadas alemanes.
No está ayudando a este intento por cambiar la dinámica el varapalo que recibió hace pocos meses el actual ejecutivo ‘semáforo’ (socialdemócratas, verdes y liberales -rojo, verde y amarillo-) encabezado por Olaf Scholz. El Tribunal Constitucional tumbó su plan para desviar dinero a fondos destinados al gasto en inversiones que pudiesen sortear el férreo freno de la deuda, el mecanismo que sujeta el déficit a un 0,35% del PIB en cada ejercicio. Esta decisión ha comprometido destacados planes en transición energética, por ejemplo. Todo ello en un contexto de asimilación de las agresivas subidas de tipos de interés a las que se ha visto abocado el Banco Central Europeo (BCE) desde 2022.
«La mala noticia para Europa es que esta tendencia continuará mientras Alemania enfrente obstáculos materiales, como los relacionados con la transición energética, las medidas de austeridad fiscal, los problemas inmobiliarios y la débil demanda externa. Estos vientos en contra también están deprimiendo el consumo y, por ende, el PIB. Sin embargo, estos problemas son considerablemente menores fuera de Alemania», según explica Mathieu Savary, economista jefe para Europa de BCA Research.
El auge del sur de Europa
Este experto cree que la austeridad alemana va a suponer reducir crecimiento de la economía del país: «La contención en el gasto restará un 1,4% del PIB. Todo lo contrario, ocurrirá en economías como España e Italia, que se seguirán beneficiando de los desembolsos del Fondo de Recuperación y Resiliencia (FRR) de la UE. El año pasado, el Instituto Nacional de Investigaciones Económicas y Sociales estimó que el impacto de estos fondos alcanzará su punto máximo en 2024, entre el 1,5% y el 2,2% del PIB.
Italia y España sólo han gastado el 53% y el 24% de sus dotaciones, de 194.000 millones de euros y 163.000 millones de euros, respectivamente. Estas dos economías han tardado en utilizar el dinero de la UE, aunque el ritmo de uso ha comenzado a acelerarse. «Incluso si nos atenemos a los supuestos conservadores de Goldman Sachs, el dinero de los fondos añadirá un 0,3% y un 0,2% al PIB de Italia y España, respectivamente».
El tiro de gracia para toda esta situación lo pone un sector inmobiliario alemán zozobrante con importantes agujeros en su pata comercial. «En Alemania se ha venido gestando una burbuja inmobiliaria durante la última década. Desde finales de 2013 y ante la escasez estructural de vivienda, agravada desde 2015 por la afluencia de inmigrantes, el precio medio de la vivienda de segunda mano ha llegado a aumentar más del 100%», señalaba hace poco Enguerrand Artaz, gestor de fondos de La Financière de l’Echiquier.
Las fuertes subidas de tipos han pinchado la pompa. Según cifras del Instituto de Economía Mundial de Kiel (IfW), el precio de la vivienda en Alemania experimentó en 2023 la caída más pronunciada en 60 años. El retroceso es histórico, con un descenso de la vivienda del 8,9%. Pero el punto negro es un inmobiliario comercial que acumula un desplome superior al 16% desde su pico en 2022. El desplome del sector tras las agresivas subidas de tipos y ante cambios de dinámica como el teletrabajo (afecta al sector de las oficinas) junto con la importante exposición al CRE de EE. UU., también en horas bajas, se han convertido en una preocupación de primer nivel.
Lo anterior está muy relacionado con el sector de la construcción. Las perspectivas para la construcción también difieren mucho entre Alemania y el resto de la eurozona. El indicador alemán de la cartera de pedidos de construcción se ha desplomado 54,4 puntos porcentuales desde su máximo en septiembre de 2018. Los pedidos franceses también han bajado, pero por un margen menor. Mientras tanto, los pedidos de construcción en España e Italia se mantienen estables porque la construcción no se sobrecalentó con la política de tipos de interés negativos de la última década.
Los vientos pasados también azotan a Alemania ahora. Lo sucedido con el Tribunal de Karlsruhe y la sentencia sobre el freno de la deuda simboliza como nada la marejada de fondo previa a la pandemia. Analistas como Carsten Brzeski, de ING, han venido insistiendo en que Alemania está pagando en cierta manera sus años de escasas inversiones por el aferramiento a la fórmula de la austeridad. Un ejemplo recurrente son las sufrientes infraestructuras del país o su lenta digitalización en comparación con países del entorno.
La fotografía se muestra distinta en los países del este y los del sur. Estos últimos, verdadera antítesis de Alemania tras la gran crisis financiera, están creciendo con fuerza, recibiendo miles de millones de los fondos europeos para invertir y viviendo un boom del turismo casi sincronizado. Todo ello sin generar desequilibrios, por ahora. Lo más importante es que todo lo anterior está quedando reflejado en el mercado laboral, que a la postre es lo que afecta de una forma más tangible a los ciudadanos.
El mercado laboral brilla
Así, no es de extrañar que banco central de la República Checa, un país muy cercano a Alemania, destacara hace unas semanas la suerte de milagro que está viviendo el mercado laboral de la zona euro, un milagro cuyo motor es la creación de empleo en los países del sur de Europa: «La reciente caída de la tasa de desempleo hasta sus mínimos históricos actuales en la zona del euro se debe principalmente a una mejora significativa de la situación en Grecia y, en particular, en España, con su gran población», destacan los economistas del banco checo.
«Hace diez años, el desempleo superaba el 25% en ambos países. Una de cada cuatro personas en edad de trabajar que quería trabajar no pudo encontrar trabajo. Sin embargo, desde entonces, el desempleo en estos países ha ido disminuyendo de manera constante y significativa (excepto por una pequeña pausa al comienzo de la pandemia del covid)», destacan estos expertos.
«De manera similar, aunque partiendo de una base de desempleo mucho menor, este también ha sido el caso en Portugal, Chipre y Croacia. Sin embargo, dada su pequeña población, el impacto de estos dos últimos países en el agregado de la zona del euro fue mucho menor», aseguran los economistas del instituto monetario checo.
Con excepción de Italia, enemistada con el crecimiento desde hace décadas, la periferia sur de la zona del euro vive un gran momento. Estas economías han registrado el mayor crecimiento económico interanual de todos los países de la zona del euro. Una razón definitiva para esto es el hecho de que, en general, se vieron significativamente menos afectadas por la crisis energética del año pasado que sus vecinos más al norte, añade el documento del banco central checo. Mientras tanto, el desempleo en Alemania ha comenzado a aumentar, aunque de forma leve todavía.
España, Grecia y Portugal tiran de Europa
En las últimas previsiones presentadas por la Comisión Europea se puede ver como España, Portugal, Grecia y Malta van a acumular cuatro años consecutivos de crecimiento económico intenso sin interrupción, frente a la volatilidad que han vivido otras naciones como la propia Alemania, Irlanda o Países Bajos, que han caído en recesión durante este periodo o han coqueteado con ella. Luego están los casos de Francia e Italia, que, pese a no haber entrado en recesión de forma oficial, han ofrecido un crecimiento mediocre.
Los datos más recientes avalan esta tendencia. Los PMI de servicios, un indicador adelantado que deja entrever qué se cuece casi en tiempo real en los grandes sectores, de Italia y España mejoraron en febrero, rebasando con mayor intensidad el umbral de 50 y sugiriendo que la recuperación se está acelerando.
Aquí, hasta Italia parece estar despertando. El PMI de servicios de Italia se situó en 52,2, frente al 51,2 de enero. La actividad se ha visto impulsada tanto por la fuerte demanda interna como por un aumento de los pedidos extranjeros, según explican desde Oxford Economics. En consecuencia, las empresas informaron de una nueva aceleración de la contratación.
Mientras tanto, España sigue obteniendo mejores resultados: el PMI de servicios llegó a 54,7 en febrero, acelerándose desde el ya saludable nivel de 52,1 de enero, posiblemente un reflejo de las sólidas cifras de turismo a principios de año. A medida que mejoraron tanto la actividad actual como las perspectivas futuras, las empresas de servicios informaron que contrataron personal a un ritmo acelerado. Mientras tanto, Alemania sigue sin levantar cabeza. Los PMI de servicios y compuesto siguen lejos del nivel de 50, que marca la frontera entre la expansión y la contracción.
EL ECONOMISTA – 7 de marzo 2024